Poesía de inicios y finales
- maria hurtado
- 16 mar 2024
- 3 Min. de lectura
Estoy cansada de mí
Estoy tan hastiada de mí,
hastiada de ser cuerpo,
hastiada de tener una historia,
de marcar en el calendario y en la geografía con un nacimiento,
como si no pudiera nacer en otro lugar, en otra fecha, con otro llanto de infante y de otro cuerpo de una madre.
Como si ya estuviera condenada a ser lo que he sido.
Estoy cansada de creerme eso,
de sentirlo tan en la piel.
Es que se inyecta como intravenosa por mi cuerpo, y es que es eso, eso es,
hace parte sustanciosa de mi ser.
Eso me ha condenado.
Esta tan, tan, tan, tan, tan, tan, tan, tan, tan, tan
hecho a mi medida.
La medida puesta por la sociedad.
Calzo porque los zapatos ya están fabricados.
Estoy cansada de mí y de lo que han hecho y yo he hecho a mi medida.
Si debo pedir un deseo sería estar lejos de mí,
hastiarme, no desearme, no quererme
para llevarme lejana por siempre, sin amoldarme en nombres que no me alcanzan.
No soy de donde nací, no soy de este lugar, no soy ni seré todo lo lejano que vaya alcanzando, rebasando y perdiendo.
Lo imposible seré.
Seré nada.
Puede que sea muy riesgoso,
puede que esté en el filo del abismo,
pero es allí donde quiero vivir sintiendo.
En el filo delgado donde arriesgo mi libertad y amenazo la esclavitud.
Estar cansada de mí implica desobedecerme.
Desobedecer a la única verdad que orbita en mi vida: yo.
Somos tantas
pero pienso en dos.
Una que corre y la otra que se detiene.
Vamos en un constante tire y afloje, que me tiene roja las manos de tanto jalar sin tregua.
Pero ¿Dónde estaría yo si no le hiciera caso a mi rebeldía curiosa?
23 de agosto del 2022, Cali

El puñal
Los minutos no alcanzan a ser horas cuando su calor cubre mi cuarto, mi cama, mis sábanas, mi sonrisa.
El tiempo sucede tan veloz que ni siquiera te has dado cuenta que ya eres el puñal.
Yo también lo soy y no me da miedo serlo, pues qué de malo hay en ser el puñal,
y me pienso a mí misma como puñal
y sigo pensando me como puñal.
Sin ninguna otra opción que avanzar, como si fuera caminando lento y supiera que voy a terminar en llamas, como si lo único que alcanzara a vislumbrar fueran las cenizas.
Me empeño a desangrar y si es necesario desgarrar.
Sentir el cuerpo desarticulado y la mente en otro sitio y el cuerpo tumbado sobre otro cuerpo, en otro cuarto.
En una cama que es mía, solo en sueños.
Ser el puñal que separa la mente del cuerpo y estos viajan.
Tener la seguridad de que el fin se parece a los restos de una fogata, donde la noche entre las brasas dieron calor a la oscuridad.
Hablándote con sinceridad al final todo fue restos en llamas que mientras calcinaban, deshacían, quemaban el fuego renacía.
Eso si me da pánico, pero ¿un puñal? ¿querer ser un puñal?
El que no mata, el que poco a poco e inadvertidamente desangra, me desangra, y no hace más que hundirse, un milímetro más, cada día más.
El puñal y el cuerpo.
El cuerpo y el puñal.
No existe diferencia.
24 de febrero del 2024, Cali





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