El lapso de la casualidad
estalla igual que el clímax de una
canción de salsa.
Una canción de salsa tras otra canción
de salsa hasta que el alba apunta
directo a nuestras cabezas.
Se ilumina el pensamiento vago de que
la noche siempre se termina
y la salsa con su alegría camuflaba la
nostalgia del pecho.
¡Es la nostalgia del mundo entero
arrimada en mi pecho!
Desaparece la camaleónica y confusa
sensación de sabor que arrastra
consigo la salsa.
Solo queda la nostalgia hecha pedazos.
¡Aquí estoy yo!
¡Aquí estoy yo!
¡Aquí estoy yo!
Aunque me duelan los ojos al mirarme:
esta soy yo en un movimiento
nostálgico.
-¡Estamos vivos porque estamos en
movimiento!- dice una canción-
Y nada supo tan agrio pero liberador
como reconocerme hecha pedazos para
continuar viva.
Repito.
Movimiento Nostálgico.
Repito.
Me duele pero libera.
Estoy viva.
¡Vivo!
Y me estalla en mil pedazos el
corazón.
Y la mente se confunde, los ojos se
volvieron blanquecinos, mis pulmones
por un momento perdieron el aliento.
¿Se enchiquitaron? ¿se comprimieron?
Las costillas se movieron tanto que
rompieron la piel de hiel.
Ahora tan eterna que se quedó a
habitar el aroma de un corazón roto.
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