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MOVIMIENTO NOSTÁLGICO O LO QUE DEJÓ LAS NOCHES DE DICIEMBRE.

Foto del escritor: maria hurtadomaria hurtado

El lapso de la casualidad

estalla igual que el clímax de una

canción de salsa.


Una canción de salsa tras otra canción

de salsa hasta que el alba apunta

directo a nuestras cabezas.

Se ilumina el pensamiento vago de que

la noche siempre se termina

y la salsa con su alegría camuflaba la

nostalgia del pecho.

¡Es la nostalgia del mundo entero

arrimada en mi pecho!


Desaparece la camaleónica y confusa

sensación de sabor que arrastra

consigo la salsa.

Solo queda la nostalgia hecha pedazos.


¡Aquí estoy yo!

¡Aquí estoy yo!

¡Aquí estoy yo!


Aunque me duelan los ojos al mirarme:

esta soy yo en un movimiento

nostálgico.


-¡Estamos vivos porque estamos en

movimiento!- dice una canción-

Y nada supo tan agrio pero liberador

como reconocerme hecha pedazos para

continuar viva.


Repito.

Movimiento Nostálgico.

Repito.

Me duele pero libera.


Estoy viva.

¡Vivo!

Y me estalla en mil pedazos el

corazón.

Y la mente se confunde, los ojos se

volvieron blanquecinos, mis pulmones

por un momento perdieron el aliento.

¿Se enchiquitaron? ¿se comprimieron?


Las costillas se movieron tanto que

rompieron la piel de hiel.

Ahora tan eterna que se quedó a

habitar el aroma de un corazón roto.

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